Estimado Alfredo:
Mi nombre es Héctor Augusto Bado, y aunque creo no tengo el gusto de conocerte personalmente, conocí a tu padre y a vos a través de los dichos de mi padre Héctor Julio Bado. En efecto, el viejo -fallecido el 6/6/1980- era ese "hombrecito pintoresco de voz aguda que tanto sabia de futbol y que anticipaba las jugadas de gol con precisión asombrosa" según tu crónica aparecida el el libro HISTORIAS Y RELATOS DE UN SIGLO CALAMAR.
No sabés la emoción que me causó tu relato, premonitorio del suceso real precisamente ocurrido el año pasado posiblemente cuando estabas escribiendo esas lineas. Los Vado -como los nombras, aunque el apellido va con B-, eran mi padre, y sus hermanos Julio y Roberto, del cual solo queda Julio con sus 96 años y aún una enorme memoria y lucidez.
Roberto -el menor-, falleció el año pasado con apenas 82 años.Ambos eran odontólogos de reconocido prestigio.
En cuanto a tu relato, supongo surgió de las numerosas veces que habrás escuchado a mi padre decir que quería ser cremado y sus cenizas depositadas en la cancha del club de sus amores. Lo real fué que al fallecer procedimos a cremarlo pero sus cenizas quedaron depositadas en la bóveda familiar en la Chacarita, no habiendo cumplido con su total deseo. Hace ya un año, mi hermana Graciela me dice:"tenemos que terminar de cumplir con el deseo del viejo".
Solicitamos el permiso al Presidente del Club, y una lluviosa tarde de viernes fuimos con mi hermana y su esposo-tambien ferviente calamar- y lo cumplimos. Supongo que ahora descansa en paz aunque seguirá sufriendo con la "murga".
Te acerco otras precisiones: mi padre no jugó en Platense, si lo habia hecho en Palermo -hoy desaparecido- y tambien en el Club Alumbrado, antecesor del hoy Club Ciudad de Buenos Aires y se mantuvo en actividad hasta los 35/36 años en que tuvo una grave lesión que le impidió continuar con su pasión de jugador.Sin embargo, siempre que una pelota pasaba cerca suyo se le disparaba su cuerpo y su alma detrás de ella. El fué quien me llevó por primera vez a Manuela Pedraza y Cramer y me atrapó con sus relatos del Platense que no habia conocido y que tan bien se describe en tu crónica y la de otros que efectuaron en el libro.
A partir del 42/43-yo nací en 1937- seguí con él a Platense y viví las emociones y tristezas de sus campañas:Quiso el destino que jugando una final de zona en los famosos Campeonatos de futbol Evita fuera apalabrado para incorporarme a las inferiores del Club. Te podrás imaginar mi emoción y la del viejo, y porque no ,de toda la familia.
Me inicié en la 7ª División y jugué hasta la 3ª en 1958, año en que por diversas circunstancias -Servicio Militar, estudios y la principal, no ser más que un jugador del montón- ;deje al club donde era casi un semi-profesional, para seguir despuntando el vicio en campeonatos internos de diversos clubes (River Plate, Ciudad de Buenos Aires, etc.) hasta casi los 58 años. Jugué con algunos famosos como Pando, Rubén Sosa, Figueroa (algo mayores que yo), con Vanoni (luego pasó a River); Giacomuzzi, Piotti (algo menores).Tuve en mi paso por el club varios técnicos: Molina, Sandoval, Gregorio Perez, y el Nano Gandulla. De este último tengo el mejor de los recuerdos, porque además de ser un SEÑOR, sabia llegar al jugador para sacarle el máximo rendimiento.Personalmente a mi me transformó de un Nº 6 zurdo neto-marcador de punta izquierdo, Platense usaba en aquel tiempo esa numeración- en un Nº2, marcador de punta derecho y donde jugué mis mejores partidos, haciendome practicar tanto que aprendí a manejar la de palo, para mi la derecha.
En fin, tendria tanto para escribir pero no quiero abrumarte con tantos recuerdos y emociones que he vuelto a remover del fondo de mi corazón.
Finalmente quiero una vez más agradecerte en mi nombre y el de mi hermana que nos hayas hecho llorar de felicidad al leer tu crónica.
Héctor A.Bado