Cuesta reponerse de lo que vimos. El privilegio de ser de los pocos calamares en Caballito se diluye en la amargura de haber visto de lo peor que presentó Platense en mucho tiempo, quizás años.
De las muchas virtudes que hay que tener para ganar un partido, Platense no tuvo ninguna; no hubo juego colectivo, no hubo individualidades, no hubo intención, no hubo ánimo, no hubo ganas, no hubo técnica, no hubo estrategia, no hubo...
Desde el comienzo del partido, Ferro se plantó para ocupar toda la cancha y de la mano de su número 10 y su número 8 se encargaron de elaborar todo el juego que los tuvo como protagonista a lo largo de los 90 minutos. En el fondo -de ellos- se turnaban en anular a Vega y de esta forma, Platense desapareció del mapa.
Con la merma de los dos centrales suspendidos, la línea de fondo se completó con Torres y, válgame Dios, con Lavallén. El número 3 que reapareció en el fondo calamar no la vio ni cuadrada; fue un paso fácil para los delanteros que tenían el lateral derecho del ataque como un camino de tránsito fácil. Eso obligaba a los centrales a abrirse para compensar y a los volantes a retroceder.
Así, la línea media había desaparecido. Con la ausencia también de Rojas, el círculo central era una soledad solo habitada por una camiseta blanca cuando Quique Álvarez se acercaba por allí.
A todo esto, Juanpi Gómez estaba parado bien de punta tratando de aprovechar algún espacio que dejara la marca de Vega pero claro, sin enganche la pelota no le llegaba nunca, solo a través del intrascendente Ribolzi que hacía el intento por izquierda.
La primera hora Platense prácticamente no pasó de mitad de cancha. Cada pelota recuperada era perdida casi inmediatamente. La salida del fondo chocaba contra una pared ante la presión de los de verde que se le hacía muy fácil con solo poner orden y voluntad que no decayó a lo largo de todo el partido.
Y como era de esperar aunque no lo quisiéramos creer, llegó el primero en los pies de Salmerón que tras recibir un pase largo en profundidad dejó desaireado a Lavallén a los 23pt para patear ante la salida de Migliardi que nada pudo hacer para evitar el principio del fin. Platense pagaba caro su ineptitud y la formación puesta en la cancha.
Al finalizar el primer tiempo el 0-1 sonaba a 'la sacamos barata'. "El peor primer tiempo en diez años" decía un reconocido relator calamar mientras compartíamos el entretiempo en el pasillo que une las cabinas de transmisión. "Total falta de ánimo" decía otro comentarista de medio partidario de TV.
No se contabilizó un solo remate al arco franco en todo el primer tiempo sino dos o tres remates de esos cruzados y débiles que no asustan a nadie.
Viscovich metió en el inicio del segundo tiempo a Barrionuevo tratando de darle más movilidad y circulación de pelota y si bien algo de eso logró solo se vio por contraste de lo malo de la etapa inicial.
En 07st Ferro se ponía 0-2 y nadie quería imaginar lo que seguiría.
Ferro siguió pavoneándose ante un Platense dividido que observaba impávido su propia impotencia. Las tribunas eran una fiesta que tenían como blanco el desaire que le estaban propinando al calamar.
Recién a los 18st tuvo Platense la oportunidad en la pelota que pega en la base del palo y allí Platense pareció reaccionar pero era más que Ferro se paraba de contrataque dejándolo al marrón que se hunda en sus propias limitaciones y efectivamente pudo aumentar el local en un par de contragolpes que solo por casualidad no convirtieron el tercero excepto en uno de ellos que Migliardi tapó magistralmente o cuando Báez la saca en la línea a los 35st cuando la pelota entraba derechito hasta las mallas.
La entrada de Concistre y luego de Frean no cambiaron la mala imagen que ya Platense no abandonaría hasta el pitazo final. Ferro ya había sacado al 9, al 10 y al 11 y aún así, Platense no sabía que hacer cuando tenía la pelota y mucho menos cuando no la tenía.
Terrible. Dramática imagen dejó Platense en su paso por Caballito. Para olvidar o, mejor, para no olvidar y darse cuenta que Platense está mas cerca de ser un equipo con más limitaciones que virtudes y con jugadores que pueden caer tan bajo como inaceptable.
Salvando la voluntad de Trapito Vega, la suficiencia de Migliardi y algo de Báez-Banegas, todos los jugadores, incluyéndolos y el cuerpo técnico deberá encontra la fórmula que le permita pasar muy rápido esto porque si se hace crónico, la salida será larga, traumática y muy costosa medida en términos de la posición en la tabla de posiciones.
Un abrazo calamar
Marben |