El Partido desde la Tribuna
Por Alberto Lalouf del Diario Clarín
Colón no quiso, no pudo, no supo. Los visitantes jugaron sin ninguna ambición y comenzaron ganando el partido. Colón no pudo con su impotencia.
Silbidos desde un costado, algunos gritos de reprobación desde otro, cabezas gachas y el silencio de los más piadosos conformaron la despedida de Colón. Y la síntesis de un empate envuelto en carencias, imprecisiones y mal gusto. Platense no escondía su conformismo. Sus jugadores expresaban la lectura que había tenido el 1 a 1, con sonrisas envasadas en complicidad. El equipo de Carlos Picerni había cumplido su objetivo. En otro rincón, el técnico de Colón, Jorge Olguín, se hundía en el vestuario y en la incertidumbre de una realidad complicada.
Las imágenes definían el concepto que había gobernado en el partido: un desarrollo tedioso, carente de situaciones de riesgo y con una puesta en escena colectiva que no brindó indicios merecedores de elogios. Las situaciones confusas (como la lesión de Pablo Erbín, luego de chocar con Fernando Moner, a los 18 del complemento) fueron la constante. El primer tiempo, aunque sin ser vistoso, entregó las únicas postales atractivas. No fueron muchas, claro. Y dentro de ese marco Platense, con el argumento del contraataque, llegó primero al gol. Iban 30 minutos cuando Fabio Lenguita apareció por la derecha y definió ante la salida de Leo Díaz. Un premio excesivo para la avaricia visitante. Ese gol, paradójicamente, le sirvió como disparador a Colón, que a partir de allí construyó sus mejores quince minutos. Presionó, intentó, mostró una actitud que no tuvo en el resto del partido.
Entonces, el empate llegó por decantación. A los 38, luego de un centro de Ariel Segalla, apareció la cabeza de Cristian Castillo para igualar.
Después, en el complemento, Colón repitió sus errores. No tuvo sorpresa, le faltaron ideas para generar situaciones y cayó, invariablemente, en el centro incierto. Platense, en tanto, mantuvo su postura estrictamente cautelosa y sin ambición. En consecuencia, el partido volvió a mostrar la intrascendencia y la monotonía que determinaron un final previsible: empate, desencanto y silbidos.