El Partido desde la Tribuna
Comentario de EDUARDO MENEGAZZI
del Diario Clarín del sábado 20/9/1997
Vélez no necesitó ponerse el traje de luces para sacarse de encima a Platense y treparse a la punta del Apertura. Le alcanzó con algunas estocadas letales. Con una pizca de fútbol y una buena dosis de oportunismo. Con ese cóctel fue suficiente. Con semejantes argumentos
demolió lo poco y malo que expuso su rival. Por eso el triunfo fue justo.
Sin lujos pero con contundencia. Así parece querer mostrarse este Vélez
modelado por Bielsa.
Seguramente el pésimo estado de la cancha conspiró para que ninguno de los dos equipos pudiese desarrollar su juego. La precisión estuvo ausente.
Vélez intentó desplegarla al comienzo, pero quedó atado por los desniveles del terreno. Platense ni siquiera la insinuó. Tal vez porque sabe que en su cancha la pelota es absolutamente indomable.
Por ese condicionamiento, el partido fue insufrible en el primer tiempo y
buena parte del segundo. Ninguno de los dos podía armar su circuito. La
ilusión de un arranque con algunas situaciones de riesgo duró muy poco.
Vélez tomó la iniciativa y no perdió tiempo. Apenas se habían jugado 25
segundos cuando Monasterio desvió un remate de Husaín. Y a los 8 minutos, Camps estrelló una pelota en el travesaño después que se la bajara Pellegrino de cabeza. A los 17, otra vez Monasterio logró manotear una pelota impulsada por Cordone que llevaba destino de red.
Vélez parecía un poco más claro. Presionó con Camps y Cordone y aprovechó algunas dudas en el fondo de los locales. Sobre todo cuando llegaban las pelotas cruzadas. Pero rápidamente el equipo de Bielsa levantó el pie del acelerador. El partido se emparejó, para abajo, y las llegadas a las áreasse hicieron cada vez más espaciadas. Los que marcaban les ganaban el duelo a los creadores. Hasta que al final Monasterio tomó de los pies a Pellegrino cuando la pelota se escapaba del área y el árbitro Hay sancionó acertadamente el penal. Chilavert marcó el gol de la única manera que podía quebrarse el marcador: desde los dos doce pasos. De acuerdo con la escasez de ideas, parecía que no había ninguna otra vía.
Platense intentó acercarse al arco de Chilavert en el complemento. Tenía
que remontar un resultado adverso, pero no le sobraban ideas. Por eso buscó con pelotazos, con algunas corridas de Spontón, con muy poco ingenio.
Los dos cayeron en la tentación de correr y empujar, de revolear la pelota
lo más lejos posible en lugar de buscar la jugada coordinada. En consecuencia el partido era un muestrario de imprecisiones.
Cuando Hay expulsó a Zandoná, Platense pensó que había llegado su momento. Pero enseguida se dio cuenta de que con la voluntad no alcanza para poner en aprietos a un equipo sólido y con mejores individualidades. Posse (perdió un mano a mano con Monasterio), Camps, Bassedas y Marcelo Gómez se hicieron dueños de la situación y con dos cabezazos en el área definieron el partido. Primero Camps (tiro libre de Husaín) y luego Posse (tiro libre de Bassedas) alargaron las diferencias. Vélez mostraba su contudencia, Platense sufría por lo que hacía su rival y por los insultos de su sus propios hinchas.